Скрыть
1:5
1:7
1:8
1:9
1:11
1:12
1:13
1:17
1:19
1:21
1:22
1:23
1:25
Глава 3 
3:2
3:4
3:6
3:10
3:13
3:14
3:15
3:16
3:21
3:22
Глава 8 
8:6
8:7
8:8
8:9
8:13
8:14
8:15
8:17
Глава 31 
31:1
31:2
31:4
31:7
31:9
31:10
31:13
31:17
Глава 40 
40:6
40:7
40:8
40:9
40:10
40:11
40:12
40:13
40:14
40:15
40:16
40:17
40:18
40:19
40:20
40:21
40:22
40:23
40:24
40:25
40:26
40:27
40:28
40:29
40:30
40:31
40:32
40:33
40:34
40:35
40:36
40:37
40:38
40:39
40:40
40:41
40:42
40:43
40:45
40:48
40:49
Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos, junto al río Quebar, los cielos se abrieron y vi visiones de Dios.
En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes,
vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar. Vino allí sobre él la mano de Jehová.
Miré, y vi que venía del norte un viento huracanado y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor. En medio del fuego algo semejante al bronce refulgente;
y en medio de todo vi la figura de cuatro seres vivientes. Ésta era su apariencia: había en ellos un parecido a seres humanos.
Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.
Sus piernas eran rectas, y la planta de sus pies como pezuñas de becerro que centelleaban a manera de bronce muy bruñido.
Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos humanas. Sus caras y sus alas estaban por los cuatro lados.
Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.
El aspecto de sus caras era como una cara de hombre y una cara de león al lado derecho de los cuatro, y como una cara de buey a la izquierda de los cuatro. Además los cuatro tenían una cara de águila.
Así eran sus caras. Cada uno tenía dos alas extendidas por encima, las cuales se tocaban entre sí, y con las otras dos cubrían sus cuerpos.
Cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu los llevaba, ellos iban, y no se volvían al andar.
En cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos. Parecían antorchas encendidas que se movían entre los seres vivientes. El fuego resplandecía, y de él salían relámpagos.
Los seres vivientes corrían y regresaban a semejanza de relámpagos.
Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre el suelo, junto a los seres vivientes, a los cuatro lados.
El aspecto de las ruedas y su estructura era semejante al color del crisólito. Las cuatro tenían un mismo aspecto; su apariencia y su estructura eran como una rueda metida en otra.
Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían al andar.
Sus llantas eran altas y espantosas, y llenas de ojos alrededor en las cuatro.
Cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se elevaban de la tierra, las ruedas se elevaban.
Hacia donde el espíritu las llevaba, ellas iban; hacia donde las llevaba el espíritu, las ruedas también se elevaban tras ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se detenían, se detenían ellas. Asimismo, cuando se elevaban de la tierra, las ruedas se elevaban tras ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
Sobre las cabezas de los seres vivientes había como una bóveda a manera de cristal maravilloso, extendido por encima de sus cabezas.
Y debajo de la bóveda, las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra. Cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo.
Oí el sonido de sus alas cuando andaban. Era como el sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como el ruido de una muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se detenían, bajaban sus alas.
Y cuando se detenían y bajaban sus alas, se oía una voz de encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas.
Sobre la bóveda que estaba sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro, y sobre la figura del trono había una semejanza, como de un hombre sentado en él.
Y vi una apariencia como de bronce refulgente, como una apariencia de un fuego dentro de ella en derredor, desde la parte de sus caderas hacia arriba; y desde sus caderas hacia abajo, vi que parecía como fuego y que tenía un resplandor alrededor.
Como el aspecto del arco iris que está en las nubes en día de lluvia, así era el aspecto del resplandor alrededor.

Ésta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Cuando la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.


Me dijo: «Hijo de hombre, come lo que tienes ante ti; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.»
Abrí mi boca y me hizo comer aquel rollo.
Me dijo: «Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy.» Lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel.
Luego me dijo: «Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel y háblales con mis palabras.
Porque no eres enviado a un pueblo de habla misteriosa ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel;
no a muchos pueblos de habla misteriosa ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; pero si a ellos te enviara, ellos te escucharían.
Pero la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.
Yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes.
Como el diamante, más fuerte que el pedernal he hecho tu frente; no los temas ni tengas miedo delante de ellos, porque son una casa rebelde.»
Me dijo: «Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te diré, y pon mucha atención.
Luego ve y entra adonde están los cautivos, los hijos de tu pueblo. Háblales y diles: “Así ha dicho Jehová, el Señor”, ya sea que escuchen o que dejen de escuchar.»
El espíritu me elevó, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: «¡Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar!»
Oí también el ruido de las alas de los seres vivientes al juntarse la una con la otra, y el ruido de las ruedas delante de ellos, y el ruido de gran estruendo.
El espíritu, pues, me elevó y me llevó. Yo fui, pero con amargura y lleno de indignación, mientras la mano de Jehová era fuerte sobre mí.
Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté junto con ellos. Allí, durante siete días, permanecí atónito entre ellos.
Aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
«Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, mi palabra, y los amonestarás de mi parte.
Cuando yo diga al impío: “De cierto morirás”, si tú no lo amonestas ni le hablas, para que el impío sea advertido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.
Pero si tú amonestas al impío, y él no se convierte de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu vida.
Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, y yo pongo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no lo amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no serán tenidas en cuenta; pero su sangre demandaré de tu mano.
Pero si amonestas al justo para que no peque, y no peca, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu vida.»
Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: «Levántate y sal al campo, y allí hablaré contigo.»
Me levanté y salí al campo; y allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro.
Entonces entró el espíritu en mí, me afirmó sobre mis pies, me habló y me dijo: «Entra y enciérrate dentro de tu casa.
En cuanto a ti, hijo de hombre, he aquí que pondrán cuerdas sobre ti, y con ellas te atarán y no podrás salir para estar entre ellos.
Haré que se te pegue la lengua al paladar, y estarás mudo, y no serás para ellos un hombre que reprende, porque son casa rebelde.
Pero cuando yo te haya hablado, abriré tu boca y les dirás: “Así ha dicho Jehová, el Señor: El que escucha, que escuche; y el que no quiera escuchar, que no escuche, porque casa rebelde son.”

En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová, el Señor.
Miré, y vi una figura con aspecto de hombre; desde sus caderas para abajo, fuego, y desde sus caderas para arriba parecía resplandor; el aspecto era como de bronce refulgente.
Aquella figura extendió la mano y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el espíritu me alzó entre el cielo y la tierra y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos.
Allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.
Me dijo: «Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte.» Alcé mis ojos hacia el norte, y vi al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada.
Me dijo entonces: «Hijo de hombre, ¿no ves lo que estos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete, y verás aún mayores abominaciones.»
Me llevó a la entrada del atrio, y miré, y vi un agujero en la pared.
Me dijo: «Hijo de hombre, cava ahora en la pared.» Yo cavé en la pared, y he aquí una puerta.
Me dijo luego: «Entra, y ve las malvadas abominaciones que estos hacen allí.»
Entré, pues, y miré, y vi toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados por toda la pared en derredor.
Y delante de ellos había setenta hombres de entre los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán, en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso.
Me dijo: «Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: “Jehová no nos ve. Jehová ha abandonado la tierra.”»
Me dijo después: «Vuélvete, verás que estos hacen aún mayores abominaciones.»
Me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y vi a unas mujeres que estaban allí sentadas llorando a Tamuz.
Luego me dijo: «¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete, verás aún mayores abominaciones que éstas.»
Me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová, y vi que junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, había unos veinticinco hombres, con sus espaldas vueltas al templo de Jehová y con sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente.
Me dijo: «¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa ligera para la casa de Judá cometer las abominaciones que cometen aquí? Después que han llenado de maldad el país, se volvieron a mí para irritarme; y aplican el ramo a sus narices.
Pues también yo procederé con furor: mis ojos no mirarán con piedad, no tendré compasión. Gritarán a mis oídos con gran voz, pero no los escucharé.»
Aconteció en el año undécimo, en el mes tercero, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
«Hijo de hombre, di al faraón, rey de Egipto, y a su pueblo:

»“¿A quién te comparaste en tu grandeza?

He aquí era el asirio
un cedro en el Líbano,
de hermosas ramas,
frondoso ramaje y gran altura:
su copa llegaba hasta las nubes.
Las aguas lo hicieron crecer,
lo encumbró el abismo;
sus ríos corrían
alrededor de su pie,
y a todos los árboles del campo
enviaba sus corrientes.
Por tanto, se encumbró su altura
sobre todos los árboles del campo
y se multiplicaron sus ramas,
y a causa de las muchas aguas
se extendió el ramaje
que había echado.
En sus ramas hacían nido
todas las aves del cielo,
debajo de su ramaje parían
todas las bestias del campo
y a su sombra habitaban
muchas naciones.
Se hizo, pues, hermoso en su grandeza
con la extensión de sus ramas,
porque su raíz estaba
junto a aguas abundantes.
Los cedros no lo superaron
en el huerto de Dios;
los cipreses no fueron semejantes a sus ramas
ni los castaños fueron semejantes a su ramaje;
ningún árbol en el huerto de Dios
fue semejante a él en hermosura.
Lo hice hermoso
con la multitud de sus ramas,
y todos los árboles del Edén,
que estaban en el huerto de Dios,
tuvieron de él envidia.
»”Por tanto, así dijo Jehová, el Señor: Ya que por ser encumbrado en altura y haber levantado su copa entre las nubes, su corazón se elevó con su altura,
yo lo entregaré en manos del poderoso de las naciones, que de cierto lo tratará según su maldad. Yo lo he desechado.
Lo destruirán extranjeros, y los poderosos de las naciones lo derribarán. Sus ramas caerán sobre los montes y por todos los valles; por todos los arroyos de la tierra será quebrado su ramaje. Todos los pueblos de la tierra se irán de su sombra, y lo abandonarán.
Sobre su tronco caído habitarán todas las aves del cielo, y sobre sus ramas estarán todas las bestias del campo,
para que no se exalten en su altura todos los árboles que crecen junto a las aguas, ni levanten su copa entre la espesura, ni confíen en su altura todos los que beben aguas; porque todos están destinados a la muerte, a lo profundo de la tierra, entre los hijos de los hombres, junto con los que descienden a la fosa.
»”Así ha dicho Jehová, el Señor: El día que descendió al seol, hice guardar luto, y que se cubriera por él el abismo. Detuve sus ríos, y las muchas aguas fueron detenidas. Por él cubrí de tinieblas el Líbano, y todos los árboles del campo se desmayaron.
Con el estruendo de su caída hice temblar a las naciones, cuando las hice descender al seol con todos los que descienden a la sepultura. Y todos los árboles escogidos del Edén, los mejores del Líbano, todos los que beben aguas, fueron consolados en lo profundo de la tierra.
También ellos descendieron con él al seol, con los muertos a espada, los que fueron su brazo, los que estuvieron a su sombra en medio de las naciones.
»”¿A quién te has comparado así en gloria y en grandeza entre los árboles del Edén? Pues derribado serás con los árboles del Edén en lo profundo de la tierra; entre los incircuncisos yacerás, con los muertos a espada. Éste es el faraón y todo su pueblo, dice Jehová, el Señor.”»
En el año veinticinco de nuestro cautiverio, al principio del año, a los diez días del mes, a los catorce años después que la ciudad fue conquistada, aquel mismo día vino sobre mí la mano de Jehová, y me llevó allá.
En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un edificio parecido a una gran ciudad, hacia el lado sur.
Me llevó allí, y vi que había un hombre, cuyo aspecto era como el aspecto del bronce. Tenía un cordel de lino en la mano y una caña de medir, y él estaba de pie junto a la puerta.
Aquel hombre me habló, diciendo: «Hijo de hombre, observa con cuidado, escucha atentamente y fíjate bien en todas las cosas que te muestro, porque para que yo te las mostrara has sido traído aquí. Cuenta todo lo que ves a la casa de Israel.»
Y vi que había un muro fuera de la casa; y la caña de medir que aquel hombre tenía en la mano era de seis codos de a codo y palmo menor. Y midió el espesor del muro, que era de una caña; y su altura, de otra caña.
Después vino a la puerta que mira hacia el oriente, subió por sus gradas y midió un poste de la puerta, de una caña de ancho, y el otro poste, de otra caña de ancho.
Y cada cámara tenía una caña de largo y una caña de ancho. Entre las cámaras había cinco codos de ancho, y el umbral de la puerta que daba al vestíbulo, por el lado de dentro de la puerta, medía una caña.
Midió asimismo la entrada de la puerta por dentro, que era de una caña.
Midió luego la entrada del portal, que era de ocho codos, y sus postes, de dos codos. La puerta del portal estaba por el lado de adentro.
La puerta oriental tenía tres cámaras a cada lado, las tres de una misma medida; y también eran de una misma medida los portales a cada lado.
Midió el ancho de la entrada de la puerta, de diez codos; y la longitud del portal era de trece codos.
El espacio delante de las cámaras era de un codo a un lado y de otro codo al otro lado; y cada cámara tenía seis codos por un lado y seis codos por el otro.
Midió la puerta desde el techo de una cámara hasta el techo de la otra: veinticinco codos de ancho desde una puerta hasta la puerta de enfrente.
Midió la distancia entre los postes del atrio y los del portal rodeado por él: sesenta codos.
Y desde el frente de la puerta de la entrada hasta el frente de la entrada de la puerta interior, había cincuenta codos.
Y había ventanas estrechas en las cámaras, y en sus portales por dentro de la puerta alrededor, y asimismo en los corredores; y las ventanas estaban alrededor por dentro; y en cada poste había palmeras.
Me llevó luego al atrio exterior, y vi que había cámaras, y estaba enlosado todo en derredor; treinta cámaras había alrededor en aquel atrio.
El enlosado a los lados de las puertas, en proporción a la longitud de los portales, era el enlosado inferior.
Midió la anchura desde el frente de la puerta de abajo hasta el frente del atrio interior por fuera, y era de cien codos hacia el oriente y hacia el norte.
De la puerta que estaba hacia el norte en el atrio exterior, midió su longitud y su anchura.
Sus cámaras eran tres a un lado y tres al otro; y sus postes y sus vestíbulos eran de igual medida que la puerta primera: cincuenta codos de longitud y veinticinco de anchura.
Sus ventanas, sus arcos y sus palmeras eran de la misma medida de la puerta que estaba hacia el oriente. Se subía a ella por siete gradas, y delante de ellas estaba su vestíbulo.
La puerta del atrio interior estaba enfrente de la puerta, hacia el norte; y así al oriente. Midió, de puerta a puerta, cien codos.
Me llevó después hacia el sur, y había una puerta que miraba hacia el sur; y midió sus portales y su vestíbulo, que eran de estas mismas medidas.
Tenía sus ventanas alrededor del vestíbulo, iguales a las otras ventanas; la longitud era de cincuenta codos, y la anchura de veinticinco codos.
Sus gradas eran de siete peldaños, con su vestíbulo delante de ellas; y tenía palmeras, una a un lado y otra al otro lado, en sus postes.
Había también una puerta hacia el sur del atrio interior; y midió, de puerta a puerta, hacia el sur, cien codos.
Me llevó después en el atrio de adentro a la puerta del sur, que era de estas mismas medidas.
Sus cámaras, postes y vestíbulos eran de estas mismas medidas; tenía sus ventanas alrededor de los vestíbulos; la longitud era de cincuenta codos, y de veinticinco codos la anchura.
Los arcos alrededor eran de veinticinco codos de largo y cinco codos de ancho.
Y sus arcos caían afuera al atrio, con palmeras en sus postes; y sus gradas eran de ocho peldaños.
Me llevó al atrio interior hacia el oriente, y midió la puerta, que era de estas mismas medidas.
Sus cámaras, postes y vestíbulos eran de estas mismas medidas. Tenía sus ventanas alrededor de sus vestíbulos; la longitud era de cincuenta codos, y la anchura era de veinticinco codos.
Sus vestíbulos caían afuera, hacia el atrio, con palmeras en sus postes a un lado y al otro; y sus gradas eran de ocho peldaños.
Me llevó luego a la puerta del norte, y midió, y eran las mismas medidas:
sus cámaras, postes, vestíbulos con sus ventanas alrededor; la longitud era de cincuenta codos, y de veinticinco codos la anchura.
Sus postes caían afuera, hacia el atrio, con palmeras en cada uno de sus postes a un lado y al otro. Sus gradas eran de ocho peldaños.
Había allí una cámara, y su puerta con postes de portales; allí lavarán el holocausto.
A la entrada de la puerta había dos mesas a un lado y otras dos al otro, para degollar sobre ellas el holocausto, la expiación y el sacrificio por el pecado.
A un lado, por fuera de las gradas, a la entrada de la puerta del norte, había dos mesas; y al otro lado, que estaba a la entrada de la puerta, dos mesas.
Cuatro mesas a un lado, y cuatro mesas al otro lado, junto a la puerta; ocho mesas, sobre las cuales serán degolladas las víctimas.
Las cuatro mesas para el holocausto eran de piedra labrada, de un codo y medio de longitud, un codo y medio de anchura y un codo de altura. Sobre ellas se pondrán los utensilios con que degollarán el holocausto y el sacrificio.
Adentro había ganchos, de un palmo menor, dispuestos en derredor; y sobre las mesas estaba la carne de las víctimas.
Fuera de la puerta interior, en el atrio de adentro que estaba al lado de la puerta del norte, estaban las cámaras de los cantores, las cuales miraban hacia el sur; una estaba al lado de la puerta del oriente que miraba hacia el norte.
Me dijo: «Esta cámara que mira hacia el sur es de los sacerdotes que hacen la guardia del templo.
Y la cámara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que hacen la guardia del altar; éstos son los hijos de Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Leví para ministrar a Jehová.»
Midió el atrio, que tenía cien codos de longitud y cien codos de anchura: era cuadrado. Y el altar estaba delante de la casa.
Me llevó al pórtico del templo, y midió cada poste del pórtico, cinco codos por un lado y cinco codos por el otro; y la anchura de la puerta, tres codos por un lado, y tres codos por el otro.
La longitud del pórtico era de veinte codos, y la anchura de once codos. A él se subía por gradas, y había columnas junto a los postes, una a un lado y otra al otro.
Толкования стиха Скопировать ссылку Скопировать текст Добавить в избранное
Библ. энциклопедия Библейский словарь Словарь библ. образов Практическая симфония
Цитата из Библии каждое утро
TG: t.me/azbible
Viber: vb.me/azbible