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Глава 10 
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En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos el debido conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica.
Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debería saberlo.
Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.
Acerca, pues, de los alimentos que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.
Aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores),
para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para quien nosotros existimos; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual han sido creadas todas las cosas y por quien nosotros también existimos.
Pero no en todos hay este conocimiento, pues algunos, habituados hasta aquí a la idolatría, comen como si el alimento fuera sacrificado a ídolos, y su conciencia, que es débil, se contamina,
si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios, pues ni porque comamos seremos más, ni porque no comamos seremos menos.
Pero procurad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles,
porque si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar dedicado a los ídolos, la conciencia de aquél, que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?
Y así, por tu conocimiento, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió.
De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.
Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.
No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos pasaron el mar;
que todos, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar,
todos comieron el mismo alimento espiritual
y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo.
Pero de la mayoría de ellos no se agradó Dios, por lo cual quedaron tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.
Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: «Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar.»
Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil.
Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos lo tentaron, y perecieron por las serpientes.
Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por mano del destructor.
Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales.
Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga.
No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla.
Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.
Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo.
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel mismo pan.
Mirad a Israel según la carne: los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?
¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que es algo lo que se sacrifica a los ídolos?
Antes digo que aquello que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.
No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.
¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?
Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
Nadie busque su propio bien, sino el del otro.
De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia,
porque del Señor es la tierra y todo cuanto en ella hay.
Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia.
Pero si alguien os dice: «Esto fue sacrificado a los ídolos», no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró y por motivos de conciencia, porque del Señor es la tierra y cuanto en ella hay.
Me refiero a la conciencia del otro, no a la tuya, pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?
Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello por lo cual doy gracias?
Si, pues, coméis o bebéis o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
No seáis tropiezo ni a judíos ni a gentiles ni a la iglesia de Dios.
Del mismo modo, también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio sino el de muchos, para que sean salvos.
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