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Nuevo Testamento: Mat. Mar. Luc. Ju. Hec. San. 1Pe. 2Pe. 1Ju. 2Ju. 3Ju. Jud. Rom. 1Cor. 2Cor. Gál. Ef. Fil. Col. 1Tes. 2Фес. 1Tim. 2Tim. Tit. Fil. Heb. Ap.
Nuevo Testamento: Mat. Mar. Luc. Ju. Hec. San. 1Pe. 2Pe. 1Ju. 2Ju. 3Ju. Jud. Rom. 1Cor. 2Cor. Gál. Ef. Fil. Col. 1Tes. 2Фес. 1Tim. 2Tim. Tit. Fil. Heb. Ap.
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Cuando Jabín, rey de Hazor, se enteró de esto, envió un mensaje a Jobab, rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf
y a los reyes que estaban en la región del norte en las montañas, y en el Arabá al sur de Cineret, en los llanos y en las regiones de Dor al occidente,
al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al amorreo, al heteo, al ferezeo, al jebuseo en las montañas, y al heveo al pie de Hermón en tierra de Mizpa.
Estos salieron con todos sus ejércitos, una multitud tan numerosa como la arena que está a la orilla del mar, con muchísimos caballos y carros de guerra.
Todos estos reyes se unieron, llegaron y acamparon unidos junto a las aguas de Merom para pelear contra Israel.
Pero Jehová dijo a Josué: «No les tengas temor, porque mañana a esta hora yo los entregaré a todos muertos delante de Israel; desjarretarás sus caballos y quemarás sus carros en el fuego.»
Josué, con toda su gente de guerra, se lanzó de repente contra ellos junto a las aguas de Merom.
Jehová los entregó en manos de Israel, que los hirió y los persiguió hasta Sidón la grande, hasta Misrefot-maim y el llano de Mizpa, al oriente. Los hirió hasta no dejar ninguno con vida.
Josué hizo con ellos como Jehová le había mandado: desjarretó sus caballos y quemó sus carros en el fuego.
Por entonces regresó Josué, tomó a Hazor y mató a espada a su rey, pues Hazor había sido antes cabeza de todos estos reinos.
Pasaron a espada todo cuanto en ella tenía vida, destruyéndolo todo por completo, sin que quedara nada capaz de respirar, y prendieron fuego a Hazor.
Asimismo tomó Josué todas las ciudades de aquellos reyes, y a todos sus reyes los pasó a filo de espada y los exterminó, como Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado.
Pero Israel no quemó todas las ciudades que estaban sobre colinas; Josué quemó únicamente a Hazor.
Los hijos de Israel tomaron para sí todo el botín y las bestias de aquellas ciudades; pero pasaron a todos los hombres a filo de espada hasta exterminarlos, sin dejar ninguno con vida.
De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés, su siervo, así Moisés lo mandó a Josué, y así lo hizo Josué, sin quitar una palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés.
Conquistó, pues, Josué toda aquella tierra, las montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el Arabá, las montañas de Israel y sus valles,
desde el monte Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad, en la llanura del Líbano, a la falda del monte Hermón. Capturó asimismo a todos sus reyes, los hirió y mató.
Durante mucho tiempo estuvo Josué en guerra con estos reyes.
No hubo ciudad que hiciera la paz con los hijos de Israel, salvo los heveos que habitaban en Gabaón; todas las tomaron por la fuerza.
Porque de Jehová provenía que endurecieran su corazón para que opusieran resistencia a Israel, a fin de exterminarlos sin misericordia y fueran así aniquilados, como Jehová lo había mandado a Moisés.
También en aquel tiempo fue Josué y destruyó a los anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel. Josué los destruyó a ellos y a sus ciudades.
Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod.
Conquistó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés, y la entregó a los israelitas como herencia conforme a su distribución por tribus. Y la tierra descansó de la guerra.