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Глава 47 
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Глава 52 
52:2
52:6
 Porque el Señor, Jehová de los ejércitos,
quita de Jerusalén y de Judá
al sustentador y al fuerte,
toda provisión de pan y toda provisión de agua;
al valiente y al hombre de guerra,
al juez y al profeta,
al adivino y al anciano;
al capitán de cincuenta y al hombre respetable,
al consejero, al artífice excelente y al hábil orador.
Y les pondré jóvenes por gobernantes:
muchachos serán sus señores.
Entre el pueblo brotará la violencia de unos contra otros,
cada cual contra su vecino;
el joven se levantará contra el anciano,
y el plebeyo contra el noble.
Cuando alguno tome de la mano a su hermano,
de la familia de su padre, y le diga:
«Tú tienes vestido, tú serás nuestro gobernante»
y «Toma en tus manos esta ruina»,
él jurará aquel día, diciendo:
«¡No tomaré yo ese cuidado,
pues en mi casa no hay pan ni qué vestir!
¡No me hagáis gobernante del pueblo!»
Porque arruinada está Jerusalén
y Judá ha caído;
pues la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová
para desafiar la faz de su gloria.
La apariencia de sus rostros testifica contra ellos,
porque, como Sodoma, publican su pecado. ¡No lo disimulan!
¡Ay de sus vidas!,
porque amontonaron mal para sí.
Decid al justo que le irá bien,
porque comerá de los frutos de sus manos.
¡Ay del malvado! Mal le irá,
porque según las obras de sus manos le será pagado.
Los opresores de mi pueblo son muchachos,
y mujeres se enseñorearon de él.
¡Pueblo mío, los que te guían te engañan
y tuercen el curso de tus caminos!
Jehová está en pie para litigar
y para juzgar a su pueblo.
Jehová vendrá a juicio
contra los ancianos de su pueblo y contra sus gobernantes.
Porque vosotros habéis devorado la viña
y el despojo del pobre está en vuestras casas.
¿Qué pensáis vosotros que trituráis a mi pueblo
y moléis las caras de los pobres?

dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

Asimismo dice Jehová:«Por cuanto las hijas de Sión se ensoberbecen
y andan con el cuello erguido
y ojos desvergonzados;
que caminan como si danzaran, haciendo sonar los adornos de sus pies;
por eso, el Señor rapará la cabeza de las hijas de Sión,
y Jehová descubrirá sus vergüenzas.»
Aquel día quitará el Señor el adorno del calzado,
las redecillas, las lunetas,
los collares, los pendientes y los brazaletes,
los turbantes, los adornos de las piernas,
los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos,
los anillos y los joyeles de las narices,
las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas,
los espejos, el lino fino,
los turbantes y los tocados.
En lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez,
soga en lugar de cinturón,
y cabeza rapada en lugar de rizos del cabello;
en lugar de vestidos de gala, ceñimiento de ropas ásperas,
y cicatriz de fuego en vez de hermosura.
Tus varones caerán a espada
y tu fuerza en la guerra.
Sus puertas se entristecerán y enlutarán,
y ella, desamparada, se sentará en tierra.
 «Baja y siéntate en el polvo,
virgen, hija de Babilonia.
Siéntate en la tierra, sin trono,
hija de los caldeos,
porque nunca más te llamarán
tierna y delicada.
Toma el molino y muele harina;
quítate el velo, levanta tus faldas,
desnuda tus piernas,
pasa los ríos.
Será expuesta tu desnudez, serán vistas tus vergüenzas.
Haré retribución y no habrá quien se libre»,
dice nuestro Redentor:
Jehová de los ejércitos es su nombre,
el Santo de Israel.
«Siéntate, calla y entra en las tinieblas,
hija de los caldeos,
porque nunca más te llamarán
“soberana de reinos”.»
«Me enojé contra mi pueblo,
profané mi heredad
y los entregué en tus manos;
no les tuviste compasión;
sobre el anciano
agravaste sobremanera tu yugo.
Dijiste: “Para siempre seré señora”,
pero no has pensado en esto
ni te has acordado de tu final.
Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa,
tú que estás sentada confiadamente,
tú que dices en tu corazón:
“Yo soy y fuera de mí no hay otra;
no quedaré viuda ni conoceré orfandad.”
Estas dos cosas te vendrán
de repente, en un mismo día:
orfandad y viudez.
Con toda su fuerza vendrán sobre ti,
a pesar de la multitud de tus hechizos
y de tus muchos encantamientos.
Porque te confiaste en tu maldad,
diciendo: “Nadie me ve.”
Tu sabiduría y tu misma ciencia
te engañaron,
y dijiste en tu corazón:
“Yo, y nadie más.”
Vendrá, pues, sobre ti
un mal cuyo origen no conocerás;
caerá sobre ti un quebrantamiento
que no podrás evitar.
Una destrucción que no podías suponer
vendrá de repente sobre ti.
»Persiste ahora en tus encantamientos
y en la multitud de tus hechizos,
en los cuales te fatigaste desde tu juventud.
¡Quizá podrás mejorarte!
¡Quizá te fortalecerás!
Te has fatigado en tus muchos consejos.
Comparezcan ahora y te defiendan
los contempladores de los cielos,
los que observan las estrellas,
los que cuentan los meses,
para pronosticar lo que vendrá sobre ti.
He aquí que serán como el tamo;
el fuego los quemará,
no salvarán sus vidas
del poder de la llama;
no quedará brasa para calentarse
ni lumbre a la que arrimarse.
Así te serán aquellos con quienes te fatigaste,
los que traficaron contigo desde tu juventud;
cada uno irá por su camino,
no habrá quien te salve.»
 ¡Despierta, despierta,
vístete de poder, Sión!
¡Vístete tu ropa hermosa,
Jerusalén, ciudad santa,
porque nunca más vendrá a ti
incircunciso ni inmundo!
Sacúdete el polvo;
levántate y siéntate, Jerusalén;
suelta las ataduras de tu cuello,
cautiva hija de Sión.
Porque así dice Jehová:
«De balde fuisteis vendidos;
por tanto, sin dinero seréis rescatados.»
Porque así dijo Jehová el Señor:
«Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo pasado,
para morar allá,
y el asirio lo cautivó sin razón.»
Y ahora Jehová dice:
«¿Qué hago aquí,
ya que mi pueblo es llevado injustamente?
¡Los que de él se enseñorean lo hacen aullar,
y continuamente blasfeman contra mi nombre todo el día!»,
dice Jehová.
«Por tanto, mi pueblo conocerá mi nombre en aquel día,
porque yo mismo que hablo,
he aquí estaré presente.»
¡Cuán hermosos son sobre los montes
los pies del que trae alegres nuevas,
del que anuncia la paz,
del que trae nuevas del bien,
del que publica salvación,
del que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!»!
«¡Voz de tus atalayas!» Alzarán la voz;
a una voz gritarán de júbilo,
porque con sus propios ojos verán
que Jehová vuelve a traer a Sión.
¡Cantad alabanzas, alegraos juntas,
ruinas de Jerusalén,
porque Jehová ha consolado a su pueblo,
ha redimido a Jerusalén!
Jehová desnudó su santo brazo
ante los ojos de todas las naciones,
y todos los confines de la tierra
verán la salvación del Dios nuestro.
¡Apartaos, apartaos, salid de ahí,
no toquéis cosa inmunda!
¡Salid de en medio de ella,
purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová!
Porque no saldréis apresurados
ni iréis huyendo,
porque Jehová irá delante de vosotros,
y vuestra retaguardia será el Dios de Israel.

He aquí que mi siervo será prosperado,
será engrandecido y exaltado,
será puesto muy en alto.
Como se asombraron de ti muchos
(pues de tal manera estaba desfigurada su apariencia,
que su aspecto no parecía el de un ser humano),
así asombrará él a muchas naciones.
Los reyes cerrarán ante él la boca,
porque verán lo que nunca les fue contado
y entenderán lo que jamás habían oído.
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