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Глава 3 
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Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.
Oíd, cielos, y escucha tú, tierra,
porque habla Jehová:
«Crié hijos y los engrandecí,
pero ellos se rebelaron contra mí.
El buey conoce a su dueño,
y el asno el pesebre de su señor;
Israel no entiende,
mi pueblo no tiene conocimiento.
»¡Ay gente pecadora,
pueblo cargado de maldad,
generación de malhechores,
hijos depravados!
¡Dejaron a Jehová,
provocaron a ira al Santo de Israel,
se volvieron atrás!
¿Por qué querréis ser castigados aún?
¿Todavía os rebelaréis?
Toda cabeza está enferma
y todo corazón doliente.
Desde la planta del pie hasta la cabeza
no hay en él cosa sana, sino herida,
hinchazón y podrida llaga;
no están curadas ni vendadas
ni suavizadas con aceite.
Vuestra tierra está destruida,
vuestras ciudades puestas a fuego,
vuestra tierra delante de vosotros
comida por extranjeros
y asolada como asolamiento de extraños.
Y queda la hija de Sión como enramada en viña,
como cabaña en melonar,
como ciudad asolada.»
Si Jehová de los ejércitos
no nos hubiera dejado un resto pequeño,
seríamos como Sodoma, semejantes a Gomorra.

¡Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová!
¡Escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra!
«¿Para qué me sirve, dice Jehová,
la multitud de vuestros sacrificios?
Hastiado estoy de holocaustos de carneros
y de grasa de animales gordos;
no quiero sangre de bueyes ni de ovejas ni de machos cabríos.
¿Quién pide esto de vuestras manos,
cuando venís a presentaros delante de mí para pisotear mis atrios?
No me traigáis más vana ofrenda;
el incienso me es abominación.
Luna nueva, sábado y el convocar asambleas,
no lo puedo sufrir.
¡Son iniquidad vuestras fiestas solemnes!
Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas
y vuestras fiestas solemnes;
me son gravosas y cansado estoy de soportarlas.
Cuando extendáis vuestras manos,
yo esconderé de vosotros mis ojos;
asimismo cuando multipliquéis la oración,
yo no oiré;
llenas están de sangre vuestras manos.
Lavaos y limpiaos,
quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos,
dejad de hacer lo malo,
aprended a hacer el bien,
buscad el derecho,
socorred al agraviado,
haced justicia al huérfano,
amparad a la viuda.
»Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta:
aunque vuestros pecados sean como la grana,
como la nieve serán emblanquecidos;
aunque sean rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana.
Si queréis y escucháis,
comeréis de lo mejor de la tierra;
si no queréis y sois rebeldes,
seréis consumidos a espada.»
La boca de Jehová lo ha dicho.

¿Cómo te has convertido en ramera, tú, la ciudad fiel?
Llena estuvo de justicia,
en ella habitó la equidad,
¡pero ahora la habitan los homicidas!
Tu plata se ha convertido en escorias,
tu vino está mezclado con agua.
Tus gobernantes son rebeldes
y cómplices de ladrones.
Todos aman el soborno
y van tras las recompensas;
no hacen justicia al huérfano
ni llega a ellos la causa de la viuda.
Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos,
el Fuerte de Israel:
«¡Basta ya! ¡Tomaré satisfacción de mis enemigos,
me vengaré de mis adversarios!
Volveré mi mano contra ti,
limpiaré hasta con lejía tus escorias
y quitaré toda tu impureza.
Haré que tus jueces sean como al principio,
y tus consejeros como eran antes;
entonces te llamarán “Ciudad de justicia”, “Ciudad fiel”.
Sión será rescatada con el derecho
y los convertidos de ella con la justicia.
Pero los rebeldes y pecadores serán a una quebrantados,
y los que dejan a Jehová serán consumidos.
Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis
y os sonrojarán los huertos que escogisteis.
Porque seréis como encina que pierde la hoja
y como huerto al que le faltan las aguas.
El fuerte será como estopa,
y lo que hizo, como una chispa;
ambos serán encendidos juntamente
y no habrá quien apague el fuego.»
 Porque el Señor, Jehová de los ejércitos,
quita de Jerusalén y de Judá
al sustentador y al fuerte,
toda provisión de pan y toda provisión de agua;
al valiente y al hombre de guerra,
al juez y al profeta,
al adivino y al anciano;
al capitán de cincuenta y al hombre respetable,
al consejero, al artífice excelente y al hábil orador.
Y les pondré jóvenes por gobernantes:
muchachos serán sus señores.
Entre el pueblo brotará la violencia de unos contra otros,
cada cual contra su vecino;
el joven se levantará contra el anciano,
y el plebeyo contra el noble.
Cuando alguno tome de la mano a su hermano,
de la familia de su padre, y le diga:
«Tú tienes vestido, tú serás nuestro gobernante»
y «Toma en tus manos esta ruina»,
él jurará aquel día, diciendo:
«¡No tomaré yo ese cuidado,
pues en mi casa no hay pan ni qué vestir!
¡No me hagáis gobernante del pueblo!»
Porque arruinada está Jerusalén
y Judá ha caído;
pues la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová
para desafiar la faz de su gloria.
La apariencia de sus rostros testifica contra ellos,
porque, como Sodoma, publican su pecado. ¡No lo disimulan!
¡Ay de sus vidas!,
porque amontonaron mal para sí.
Decid al justo que le irá bien,
porque comerá de los frutos de sus manos.
¡Ay del malvado! Mal le irá,
porque según las obras de sus manos le será pagado.
Los opresores de mi pueblo son muchachos,
y mujeres se enseñorearon de él.
¡Pueblo mío, los que te guían te engañan
y tuercen el curso de tus caminos!
Jehová está en pie para litigar
y para juzgar a su pueblo.
Jehová vendrá a juicio
contra los ancianos de su pueblo y contra sus gobernantes.
Porque vosotros habéis devorado la viña
y el despojo del pobre está en vuestras casas.
¿Qué pensáis vosotros que trituráis a mi pueblo
y moléis las caras de los pobres?

dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

Asimismo dice Jehová:«Por cuanto las hijas de Sión se ensoberbecen
y andan con el cuello erguido
y ojos desvergonzados;
que caminan como si danzaran, haciendo sonar los adornos de sus pies;
por eso, el Señor rapará la cabeza de las hijas de Sión,
y Jehová descubrirá sus vergüenzas.»
Aquel día quitará el Señor el adorno del calzado,
las redecillas, las lunetas,
los collares, los pendientes y los brazaletes,
los turbantes, los adornos de las piernas,
los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos,
los anillos y los joyeles de las narices,
las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas,
los espejos, el lino fino,
los turbantes y los tocados.
En lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez,
soga en lugar de cinturón,
y cabeza rapada en lugar de rizos del cabello;
en lugar de vestidos de gala, ceñimiento de ropas ásperas,
y cicatriz de fuego en vez de hermosura.
Tus varones caerán a espada
y tu fuerza en la guerra.
Sus puertas se entristecerán y enlutarán,
y ella, desamparada, se sentará en tierra.
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